gran canaria 1 - santi gonzález
La Galería Saro León, inaugura esta singular exposición que marcará un antes y un después ante la subjetividad de nuestro paisaje.
Sueño, reposo, descanso; heridas en el paisaje que nos conciencian de la fragilidad y degradación del mismo. Habitar el paisaje oníricamente. Metáforas visuales que nos advierten irónicamente del devenir del territorio isleño.
¿Miedo a la inagotable voracidad humana?; Santi González se convierte en nuestro último explorador romántico, devolviéndonos la visión de esos parajes ancestrales, sublimes, intactos, que hoy tan sólo forman parte de nuestra memoria primigenia. Al igual que nuestros ancestros conversaban con la naturaleza, González realiza un proceso perfórmico donde el paisaje se ritualiza, se "encama" en un afán de sacralizarlo. Lechos hirientes, que aparecen simbólicamente en la imagen invitándonos a perpretrar un proceso reflexivo, crítico ante la inestabilidad del territorio.
Habitamos paraísos dañados, sobreexplotados, en un afán de construcción indómito. Continuamente adulteramos la realidad, en un constante fagocitar de imágenes más apetecibles, ante un posible turista consumidor de parajes ya conocidos y reencontrados. Souvenirs fugaces, viciados, que el autor rechaza y transforma, enseñándonos su visión subjetiva del paisaje. Una visión nostálgina, quizás utópica, pero que nos penetra como algo ya olvidado y reencontrado. Paisajes anímicos, que comparte con un posible espectador, abriéndonos un universo creativo por el cual avanza desconcertándonos: fotografía, performance, instalación, video, nos seducen intrínsicamente en el sentimiento perdido de la naturaleza, haciéndonos partícipes del mirar y del sentir contemporáneo ante el paisaje.
Sueño, reposo, descanso; heridas en el paisaje que nos conciencian de la fragilidad y degradación del mismo. Habitar el paisaje oníricamente. Metáforas visuales que nos advierten irónicamente del devenir del territorio isleño.
¿Miedo a la inagotable voracidad humana?; Santi González se convierte en nuestro último explorador romántico, devolviéndonos la visión de esos parajes ancestrales, sublimes, intactos, que hoy tan sólo forman parte de nuestra memoria primigenia. Al igual que nuestros ancestros conversaban con la naturaleza, González realiza un proceso perfórmico donde el paisaje se ritualiza, se "encama" en un afán de sacralizarlo. Lechos hirientes, que aparecen simbólicamente en la imagen invitándonos a perpretrar un proceso reflexivo, crítico ante la inestabilidad del territorio.
Habitamos paraísos dañados, sobreexplotados, en un afán de construcción indómito. Continuamente adulteramos la realidad, en un constante fagocitar de imágenes más apetecibles, ante un posible turista consumidor de parajes ya conocidos y reencontrados. Souvenirs fugaces, viciados, que el autor rechaza y transforma, enseñándonos su visión subjetiva del paisaje. Una visión nostálgina, quizás utópica, pero que nos penetra como algo ya olvidado y reencontrado. Paisajes anímicos, que comparte con un posible espectador, abriéndonos un universo creativo por el cual avanza desconcertándonos: fotografía, performance, instalación, video, nos seducen intrínsicamente en el sentimiento perdido de la naturaleza, haciéndonos partícipes del mirar y del sentir contemporáneo ante el paisaje.
Raquel Zenker
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